Por MARIO VILLEGAS
PuñoyLetra
Muertos hubo, y bastantes, el 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992, producto de fallidos golpes militares cruelmente ejecutados contra un gobierno nacido del voto popular. Todavía resuenan las tanquetas entrando a plomo al Palacio de Miraflores y al Palacio Blanco, las metralletas y fusiles vomitando fuego sobre la residencia presidencial de La Casona y, por si fuera poco, los aviones bombardeando criminalmente el centro de Caracas para echar del poder al presidente constitucional Carlos Andrés Pérez II. El inspirador y comandante de aquellas sangrientas intentonas, el teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías, así como los demás jefes castrenses, fueron procesados por rebelión militar y encarcelados, aunque con trato privilegiado, para ser liberados poco después por los presidentes Ramón J. Velásquez y Rafael Caldera II. Chávez, el jefe supremo de aquellos actos violentos, fue sobreseído por Caldera tras algo más de dos años de prisión y elegido Presidente en 1998 por votación mayoritaria del pueblo venezolano.
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