Carta a Venezuela de Ruben Blades y la respuesta de Delsa Solorzano

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¡HOY VENEZUELA DUELE!

Da en el clavo Carta de Rúben Blades dedicada a Venezuela

El cantante, compositor, músico, actor, político y abogado panameño, Rubén Blades, dedicó una carta al pueblo venezolano a propósito de los recientes hechos violentos ocurridos a raíz de las protestas estudiantiles. A través de su portal oficial, www.rubenblades.com , Blades publicó el mensaje para los venezolanos, expresando su opinión sobre lo que sucede en el país.

A continuación, la carta con su interesante opinión:

VENEZUELA

Aún cuando no he nacido en Venezuela, siento respeto, afecto y agradecimiento hacia esa Nación y su gente. Por eso considero oportuno esbozar una opinión acerca de la situación que actualmente atraviesa el hermano país. Entiendo perfectamente que la posición por mí expresada no ha de satisfacer a algunos, pero eso no es de extrañar. Es precisamente la intransigencia, lo que define a los grupos en pugna, gobierno y oposición.

Estas dos facciones políticas han tenido, cada una en su momento, la oportunidad de servir realmente al país, pero han fallado, tal vez porque cada una ha preferido servir a sus propias agendas, fracasando en el intento de integrar al país mayoritario. Es quizás por esa razón que los argumentos que esgrimen los representantes de ambos bandos, suenan demagógicos a los oídos independientes. Ninguno de los dos posee realmente el apoyo mayoritario, de allí la parálisis. Ambos argumentos poseen un pedazo de la verdad, pero ambos se rehusan a unirlos para crear el terreno común que permita concertar una propuesta para todos los venezolanos. read more

El artículo de Carla Angola que le mandaron a editar

Una bacteria llamada Revolución
Carla Angola Rodríguez

Carla Angola

Carla Angola

Por favor, mire a la parte superior de esta pagina de su periódico… allí, debería estar la columna de la profesora Marta Colomina. Mire por favor al lado izquierdo de este articulo… allí, debió aparecer como cada día, la viñeta de Rayma Suprani. Cuando comencé a escribir en “El Universal”, hicimos un convenio sin remuneración económica, perfecto no porque no lo necesitara, perfecto porque así podría traducir mis pensamientos y alma para la gente, no para el antiguo o el nuevo dueño del periódico.

Recuerdo que me comentaron: tu columna será pequeña, pero estará en la misma página en la que aparece el análisis de la profesora Colomina y justo al lado de nuestra caricaturista desde hace 19 años. Suficiente pago y honor para mí. Pensé: todo el mundo vera mi cuadrito. Y ahora, desapareció de mi lado, el trabajo de estas dos damas del periodismo.

El cuadrito se va quedando solo, tanto para el como para su autora se ha hecho hábito la despedida. Siempre de luto por un medio secuestrado o por una emisora temerosa y acomodaticia de la que te invitaron a salir. Siempre el adiós, incluso al canal que creíste tuyo, de los venezolanos, de su desconsuelo. El gran compañero de tu vida, ese con el que creciste y después dejo de parecerse a ti.

Pero lo peor de la vida, siempre será la agonía y el desahucio. Esa amenaza de muerte que signa a los medios como una brujería, un conjuro que los condena de forma inevitable a elegir entre ser decapitados, desmembrados o a tomar un cuchillo y autoinfligirse un castigo que creen ineludible.

Así es como el leviatán gana.

Su víctima al final, le termina haciendo el trabajo. La guerra bacteriológica se diseñó en el 92 y se dispersó con un escalofriante éxito, sobre el país más sublime. Esta patria que no merece morir así, gradual, de esta afección que se ha hecho endémica, aguda, eterna. Llegaron, dicen, por amor al pueblo y resultaron ser de esos enamorados celosos que soportan mejor la enfermedad de su amante que su libertad. Dicen que una vida no vivida es un trastorno, un desarreglo del que se puede morir. ¿Qué clase de vida tienes Venezuela?

Acosada por quien ya te condeno a padecer y acorralada por tu propio agotamiento. Una vez leí que el tedio es la peor de las enfermedades, porque es la única que nos permite seguir viviendo después de muertos.