Por Sebastiana sin Secretos
CURACAO. En esa isla existe una empresa, visitada por miles de venezolanos. Es una gran casa con cientos de jóvenes, sentadas frente a escritorios individuales. En cada mesa de esas hay máquinas de puntos de venta. El venezolano tramita sus cupos de Cadivi argumentando viajes para cualquier parte de Europa, Estados Unidos o Asia. Adquieren el pasaje, pero no van a ese destino. Viajan a Curacao y en esa sede de la empresa raspan las tarjetas.
“¿Sus cupos son para qué país?”, pregunta la chica que atiende al viajero. “Yo tenía que viajar a España”. “Ah, entonces es por este punto”, responde la empleada de la empresa. Y zasss pasa la tarjeta que automáticamente extrae el monto de los dólares. La empresa deduce el 10% de la transacción. Los venezolanos se saludan con gran afecto. Ni una pizca de rubor por desangrar al país.