Por ELIDES J. ROJAS L.
Meses de espera. Rafael Ramírez medio asoma algo, pero nunca concreta. Maduro también, especialmente los días en que tiene su programa, comienza a colocar tuits en los que anuncia que en horas dará información muy importante. Y nada. Jesse Chacón adelanta un plan de ajuste de tarifas eléctricas que se supone es parte de un programa de racionalización mucho mayor, pero aparece inconexo y suelto. Lo mismo ocurre con otros líderes. Dicen, pero no dicen.
Así se llega a este agosto del año 2014 en medio de una bárbara crisis económica, apenas tapada por un abanico de informaciones que le dan sombra a la verdadera sustancia del problema. Por ejemplo, justo ahora, hay un gran debate sobre la utilización de la tarjeta de racionamiento electrónico que según el gobierno no es racionamiento, pero que sí impedirá compras que sean consideradas “exorbitantes”. Se especula que el carácter de exorbitante lo otorgará el tamaño de la bolsa donde vayan los rollos de papel tualet, aunque no se descarta que un funcionario en cada caja registradora sea el encargado de establecer científicamente cuando la compra de algún súbdito supere el extraño concepto de excesiva compra biométrica. Ya veremos en todas las cajas de abastos y supermercados, bodegas y taguaras, los batallones expertos en calificación de compra exorbitante desplegando su ojo invicto en defensa de los más sagrados intereses de la golpeada revolución. Porque más allá de biometrías, tarjetas, captahuellas y bandas magnéticas la verdad es que el desabastecimiento y la escasez que le viene pegada está magullando demasiado los escalones de popularidad de los próceres del proceso y eso, de cara a las elecciones que es lo único que importa, no está nada bien.
En todo caso el mareo también significa algo. La división del Psuv, aunque muchos dirigentes se empeñen en disimularla, es el factor clave para que el gobierno no decida nada. Cualquiera de los bandos en disputa, enfrentados al mismísimo gobierno, siendo rojos y todo, podría sacar beneficios políticos directos de cosas como aumento de la gasolina, aumentos de impuestos, aumentos de tarifas eléctricas, devaluaciones, cambios únicos o reducciones de cuotas de apoyo económico popular o a terceros países. En esto de bajar los aportes a Petrocaribe, por mencionar un aspecto de la tijera, podrán sufrir todos menos Cuba. Ya sabemos la razón. Cuba es la casa matriz de todo ésto. Y a la familia ni con el pétalo de un barril de crudo.
Así que con ese entorno tan complicado y una evidente debilidad para sostener parado y lleno de popularidad el anuncio y ejecución de unas medidas económicas que de no implementarlas la cosa será peor, imponen al menos, algunas protestas y el retorno de la guerra de la guarimbas. Dice gente cercana a lo que queda de oposición que las nuevas manifestaciones y barricadas vienen de cualquier lado menos de una oposición que a duras penas se mantiene pegada por alfileres.
En cualquier momento el país será sorprendido con el llamado “paquetazo rojo”, pero según expertos del BCV y algunos encuestadores, llegará demasiado tarde. Se acabó el tiempo. El horizonte es recesión, el peor trimestre económico de la historia y una inflación desatada. Así que busque un hueco, métase dentro y póngale una tapa arriba.
Y sin acciones concretas. Solo captahuellas.