Médico egresado de la UCV y residente de postgrado de radioterapia oncológica y medicina nuclear, José Manuel Olivares afirma que hay unos 100 mil casos de chikungunya. El también dirigente de Primero Justicia cconsidera que las diferencias políticas jamás pueden estar por encima de los problemas de la gente y mucho menos de su salud
ESPERANZA MÁRQUEZ/ FOTO: SAÚL UZCÁTEGUI
Médico egresado de la UCV y residente de postgrado de radioterapia oncológica y medicina nuclear, José Manuel Olivares considera que las diferencias políticas jamás pueden estar por encima de los problemas de la gente y mucho menos de su salud.
Para el también dirigente de Primero Justicia, con el caso de Maracay dice estar consternado “porque todos los médicos levantamos nuestra voz por los pacientes y lo que hizo el doctor Ángel Sarmiento fue cumplir con el Reglamento Sanitario Internacional publicado por la OMS en 2005, que obliga a los médicos a hacer pública y a declarar cualquier enfermedad o muerte desconocida que tenga en su localidad”.
Conversamos en la Plaza del Rectorado de la UCV. “Es emocionante hacer la entrevista aquí donde comenzó nuestra lucha cuando éramos dirigentes estudiantiles”.
–¿Hay una enfermedad extraña en el país?
– En Médicos por la Salud hicimos un gran esfuerzo y logramos unificar el criterio académico del país e hicimos una rueda de prensa donde estaban el vicerrector académico de la UCV, Nicolás Bianco, las sociedades académicas, el presidente de la Sociedad de Infectología, de la Sociedad de Salud Pública, Medicina Tropical y múltiples académicos. Tenemos 15 días estudiando para entender esta extraña enfermedad porque no la conocíamos en América y para dar una explicación y trasmitir calma al país. Nos comunicamos con el Instituto Pasteur en Francia, con colegas de Malasia, revisamos artículos, tomamos muestras de pacientes, los investigamos y le dijimos al país: los muertos son víctimas del virus de chikungunya, no hay ninguna enfermedad extraña, demostrado por clínica y por serología.
–¿Qué es el chikungunya y cómo se comporta?
–Tiene una presentación descrita por primera vez en el 2006 por los franceses que se llama severa y atípica, que registra una mortalidad de un 1% por cada 1.000 pacientes, con clínica descrita similar a los pacientes en Venezuela: lesiones en piel, síndrome hemorrágico, falla cardíaca, falla hepática, multiorgánica y fallecen en 48 a 72 horas. En Venezuela no hay 398 casos. Junto con el doctor Julio Castro, epidemiólogo y con postgrado en salud pública en la Universidad de Harvard sacamos un algoritmo matemático utilizado en otras partes del mundo y autorizado por la OMS que nos permite establecer que en el país hay más de 100.000 casos y estamos comenzando y por eso hay que prender las alarmas, el estudio mundial de las epidemias dice que esto va en una fase de ascenso y la literatura africana y del sudeste asiático establece que tiene un 63% de penetración en la población, o sea, que la mitad del país podría contraerla. No se transmite de persona a persona sino por el mosquito patas blancas. Llegó el momento de dejar la denunciadera y empezar a mostrar soluciones.
–¿Cuáles son las soluciones?
–Que el gobierno entienda que el diagnóstico no debe ser serológico, sino clínico; además en Venezuela hay una crisis de insumos y no hay los laboratorios suficientes para hacer las pruebas, hay que sincerar la enfermedad y para eso propusimos un algoritmo clínico que ya se ha utilizado en la India, en Malasia, lo adaptamos a la realidad venezolana con la finalidad de que el médico de Achaguas, Barinas, Apure, San Casimiro, Barlovento, etc., hagamos el mismo diagnóstico que nos permita saber si realmente es chikungunya o dengue. Lo otro es identificar de manera temprana los casos severos y atípicos para crear un impacto en la epidemia hospitalizando a los pacientes y que salvemos vidas. La literatura dice que se puede salvar el 50% de los pacientes.
–El gobierno lo negó y hasta persigue al médico que dio la alarma.
–Las diferencias políticas jamás pueden estar por encima de los problemas de la gente y mucho menos de su salud. Con el caso de Maracay estamos profundamente consternados porque todos los médicos levantamos nuestra voz por los pacientes y lo que hizo el doctor Ángel Sarmiento fue cumplir con el Reglamento Sanitario Internacional publicado por la OMS en el 2005, Venezuela firmante, que obliga a los médicos a hacer pública y a declarar cualquier enfermedad o muerte desconocida que tenga en su localidad. El gobierno responde a matices políticos, yo no hubiera querido oír a un presidente declarando como lo hizo, creando mayor zozobra, acusando a un grupo de venezolanos que quiere asesinar a otro, lo hubiese querido oír muy preocupado, asumiendo la responsabilidad, llamando a las universidades, a organismos internacionales, a los cubanos, para que todos nos aboquemos a esta lucha, pero siempre está por delante lo político.
Crisis de salud en el Hospital Universitario
–La medicina debe tener un rostro humano, no puede ser un negocio porque hablamos de vidas. La lista de espera del hospital es de 4.855 pacientes venezolanos, pediátricos, oncológicos, cardíacos. Si un paciente cardiovascular no se opera se muere, de nuestra lista de espera han fallecido 60 pacientes esperando su caso. No hay stend y ha habido más de 300 amputaciones por la falta de esa valvulita; más de 100 niños condenados a ser sordos porque no hay implantes cloqueares. En cuanto al cáncer de mama no hay mamógrafo, pero me siento orgulloso porque el único servicio a nivel nacional de radioterapia oncológica que no tiene lista de espera es el del Hospital Universitario. Entonces la diferencia entre el gobierno y nosotros los médicos es que para ellos son números, pero para nosotros son sueños, madres, padres, personas que conocí, que sé su nombre, que les vi la esperanza de vivir en los ojos. Aquí hay un problema grave de gerencia y la corrupción y la mala gerencia se pagan con la vida de las personas.