Por ELIDES J. ROJAS L. | EL UNIVERSAL
No hay que ser un genio de la economía o un buen observador de las conductas sociales. Es así de simple como lo plantean unas cuantas líneas tomadas de cualquier site de Internet, algo que bien podría hacer, sin mayor esfuerzo, cualquiera de los responsables del manejo de la economía nacional en nombre y representación de la revolución y del pueblo soberano que la respalda. Decimos esto justamente porque la leña más dura del tránsito hacia el socialismo la está cogiendo la clase media, insigne apoyadora de Chávez en sus tiempos de origen, y actualmente las clases más desposeídas, más hundidas en la miseria que nunca.
En Venezuela está claro que a buen precio del petróleo más populismo y más demagogia, pero en tiempos de vacas flacas se derrumban desde el más incipiente de los capitalismos hasta el más encantador de los socialismos. En Venezuela la popularidad depende de la plata, de las dádivas y de lo que el gobierno pueda regalar. 60% de la población depende de eso y está a la espera de eso. Y eso es plata. Nada más. ¿Conciencia revolucionaria? ¿Qué es eso? Tal vez los mismos pequeños grupos de siempre y su trabajo adoctrinador ande en esa onda marxista de la época de los dinosaurios. A ese sector lo calculan en 5% y así ha sido siempre. El resto, empobrecido y sin esperanzas, solo depende y espera la platica, las bequitas y el dinero que va directo y sin contraloría a los consejos comunales. Ahí está el sabor. Lo demás es cuento y encuestas. Si no hay plata suficiente, se le cae la popularidad del líder de turno. Si hay mucha plata, pues el líder al bate puede llegar a cotas de supremo y eterno en la misma medida en que regale más platica. Luego será olvidado y vendrá otro.
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