Por Gustavo Tovar

“Dame corazón y dame alma
Heridas que sanan y grietas que se cierran
Dime tus propias políticas.”
Coldplay (Politik)
El decaimiento venezolano.
De tanto dolor, de tanta tristeza y frustración, los venezolanos hemos renunciado a la clemencia. Vivimos ansiosos, eclipsados, aturdidos, con un hacha política en la mano.
La peste chavista nos ha envenenado el alma, estamos contagiados de malicia, somos un pueblo con llagas.
La única cura para sanar heridas y cicatrizar la grieta en nuestro corazón será alcanzar la libertad, liberarnos de la perversidad chavista.
No hay otra.
Sólo un santo puede permanecer inmune y expresarse con piedad y moderación en estos tiempos de laceración y tortura. Pero no somos santos ni pretendemos serlo, somos venezolanos -a secas- sufrimos, lloramos y vociferamos el decaimiento del país. No puede haber resignación ni silencio.
Hay que luchar.
Santos, cínicos o miedosos
Decía antes que sólo los santos podían expresarse con piedad y moderación en tiempos de laceración y tortura, fui inexacto, también se pronuncian así los cínicos.
¿Quién tiene inmunidad emocional ante esta debacle? Nadie, ni los chavistas.
Ver a esa plaga de perversión y corruptela que son Maduro, Cilia, Diosdado, Ramírez, Carreño, Ameliach, Vielma, Jorge Rodríguez, Rodríguez Torres, devorarse al país, arrasar todo a su paso, perseguir, encarcelar, torturar y asesinar a venezolanos -como tú y como yo- que sufren y vociferan su repudio, y tener la desfachatez de darles la mano y abrazarlos no es ejemplo de santidad, es algo peor, más rudimentario y bajo, es cinismo.
No protestar, así sea negándole el saludo a los verdugos de la patria, nos niega y humilla com read more