La asociación civil Asamblea de Educación emitió este viernes un comunicado para manifestar su preocupación por “la crítica situación que atraviesan las universidades nacionales como producto de una política sistemática de ahogo presupuestario por parte del Gobierno Nacional.
Revise el comunicado completo a continuación:
Asamblea de Educación, como asociación civil interesada por la marcha de la educación en el país, observa con mucha preocupación la crítica situación que atraviesan las universidades nacionales como producto de una política sistemática de ahogo presupuestario por parte del Gobierno Nacional. El presupuesto asignado a estas casas de estudio no ha variado desde el año 2006, a pesar de que la inflación ha aumentado de manera +continuada en todos esos años, hasta el punto de convertirse en una de las más altas del mundo y la mayor de Latinoamérica. Esta nefasta y deliberada política, ha colocado a estas instituciones en una situación de permanente déficit presupuestario, lo que ha traído como consecuencia irremediable, un detrimento de la calidad de las funciones que, por ley, estas casas de estudio deben cumplir.
Las evidencias del despeñadero al cual el Gobierno Nacional ha lanzado a las universidades venezolanas, indican un futuro incierto para la educación superior venezolana. No se trata de un conflicto encasillado en una circunstancial solicitud de un justo aumento de sueldos. El asunto va mucho más allá de esto y es lo que nos preocupa como educadores. De lo que se trata en última instancia es de garantizar una educación universitaria de calidad para todos los jóvenes con vocación y aptitudes para formarse como profesionales comprometidos con el país. En las condiciones en la que hoy se encuentran las universidades o a las que se les pretende someter a través de la Normativa Laboral discutida a espaldas de autoridades y gremios legítimamente constituidos, difícilmente se logrará el cometido que le da razón de ser a estas instituciones.
Ya es conocido por el país que los míseros salarios que devengan los profesores universitarios han alejado de la docencia a los mejores talentos, éstos prefieren optar por otras oportunidades de trabajo mejor remuneradas. Por otra parte, destacados profesores con formación académica de primera línea han renunciado o reducido su tiempo de dedicación, afectando con ello las labores de investigación, ya de por si disminuidas por los cada vez más escasos recursos para financiar proyectos de investigación en las diferentes áreas del conocimiento. Las repercusiones en ese sentido son alarmantes. Debido a esa deliberada política gubernamental de asfixia presupuestaria, nuestras universidades, que otrora generaban casi el 80% de la investigación científica, humanística y tecnológica en el país, se han ido convirtiendo poco a poco en una suerte de grandes liceos, donde la tendencia es a impartir solo docencia de dudosa calidad, sin la generación de nuevo conocimiento, ni la prestación de los servicios que hoy en día se ofrecen a la comunidad. Insistimos, que esto es lo que nos preocupa fundamentalmente. No queremos que nuestras universidades sean arrastradas a replicar la triste experiencia de instituciones de reciente data, donde no hay actividades de investigación ni mecanismos transparentes de ingreso al cuerpo docente, ni carrera académica que indique la productividad intelectual de los mismos. No queremos una universidad recubierta por la sombra del pensamiento único. El ambiente académico de una universidad con aspiraciones de trascendencia debe ser de plena libertad y autonomía para debatir sobre las diversas corrientes del pensamiento. Para ello es necesario un presupuesto justo y el cese a las intenciones de acabar con la autonomía universitaria.
Así las cosas, entendemos que el reclamo de los profesores universitarios por un salario justo; por el reconocimiento de sus asociaciones gremiales como interlocutores legítimos; por la aplicación de unas Normas de Homologación que no han sido derogadas; por negarse a aceptar una Normativa Laboral que cercena la autonomía y desnaturaliza el papel de la universidad como centro del pensamiento plural y libre; en fin, por un presupuesto justo que provea a los estudiantes de becas decentes y mejoras en el resto de sus providencias, así como remuneraciones dignas para empleados y obreros, no debe ser visto exclusivamente bajo la óptica gremialista o sindical. Consideramos que lo que al final del día está en juego, es el proceso de deterioro de la calidad de la educación universitaria en el país. No podemos eximir al Gobierno Nacional de la responsabilidad que tiene como causante de este deterioro y le exigimos, como instancia organizada de la sociedad civil, que cese su política de acoso y destrucción de la educación libre, democrática y de calidad.