Por Douglas Zabala
Durante el pasado siglo XX, salvo al plebiscito convocado por Marco Pérez Jiménez, a nadie se le ocurrió acudir ante las supremas autoridades del órgano electoral y mucho menos a las Judiciales, para someter al bochorno público a su contendor triunfador, acusándolo de fraudulento y roba votos. Esta justa pero temeraria acción, al pasar de los días ha puesto a más de uno a pensar, que aquella decisión política asumida por Capriles, le ha hecho perder el fuelle y lo puede llevar a dilapidar la posibilidades de cambios, demostrado los días 14,15 y 16 de abril; una vez que está siendo victima del síndrome del soldado Japonés, quien al pasar del tiempo y al ser rescatado, hacia resistencia a ser desarmado, porque creía que su guerra Mundial no había terminado.
“Hoy se cumplen tres meses desde que a nuestro pueblo le robaron la elección del 14 de abril. Hemos hecho todo lo que hay que hacer, pedimos una auditoria, fuimos al TSJ, porque nosotros somos demócratas y pacíficos por eso apostamos a un cambio de manera pacífica. En Venezuela tiene que haber un cambio porque ya esto no da para más”. Ha señalado y no dejando de tener razón, a quien los resultados electorales no lo convencieron; pero ese es el punto, en el transcurrir también de los noventas días señalados, se han dado hechos políticos de carácter internacional, regional y en el país mismo, que al parecer de las últimas reacciones, el árbol electoral no le ha permitido ver el gran bosque, por donde se le pueden estar fugando los logros conquistados.
Es evidente que el Presidente ilegitimo, al decir de quien lo impugna, ha venido avanzando en el terreno donde nadie lo imaginaba, tan es así que después de la airada respuesta diplomática del gobierno nacional, por su recibimiento en el palacio de Nariño, se ha venido produciendo una solidaridad tácita y activa, hacia el primer presidente de la era post Chávez. Ahora bien, esto pareciera no reconocerse y esto lo está llevando a que en el plano internacional, quien se había venido caracterizando por el equilibrio político, comience a provocar dislates, como el caso de Snowden, su posible asilo en Venezuela y el coletazo del avión con Evo Morales, donde a todas luces y por encima de todo, era urgente una reacción solidaria ante semejante afrenta, dado que ya la UNASUR, el ALBA, MERCOSUR y varios países de Europa, lo habían hecho.
Otro tanto ha sido la conducta asumida en el plano de la integración regional. Si algo había caracterizado el discurso progresista del gobernador Mirandino, era su afán en demostrar que todo su esfuerzo lo pondría en evitar los errores del pasado y del presente, pero he aquí, que uno de los aciertos obtenidos por la gestión de quien descansa en el 23 de enero, fue precisamente su política de integración, en la región de América Latina y el Caribe. Nunca se podrá olvidar a un Chávez a la vanguardia, en las denuncias del ALCA y otras propuestas integracionistas, tuteladas por las políticas generadas desde la Casa Blanca. De allí lo inexplicable que ante la incorporación de Venezuela al MERCOSUR, haya preferido despotricar de esta decisión y saliera a plegarse a las posiciones conservadoras y retardatarias del Presidente del Paraguay.
Aquí todo el mundo sabe que la decisión de la Sala Constitucional, en torno a la solicitud de repetición de las elecciones generales presidenciales, en el momento más oportuno para el gobierno, será desestimada por el ente de control, pero además se sabe también que Maduro pudiera durar los seis años en el poder. Entonces, si esta es la realidad avizorada por los hechos, porque no voltear la mirada a la cotidianidad asfixiante que embarga a los millones de venezolanos, donde incluso hasta los sectores que todavía se dicen chavistas, se sienten afectados por las largas colas en búsqueda de alimentos, por la inseguridad reinante y las fallas del Plan Patria Segura, además de la corrupción desatada en todas las instituciones del Estado.
El twitter llega a las clases medias, pero no con igual intensidad hacia los sectores populares, donde ellos sólo acompañan a quienes se baten en el mismo barro de sus problemas. Impulsar iniciativas de propuestas y movilización popular, deberían ser las tareas más importantes a desarrollarse; los que hoy andan apoltronados con sus candidaturas consolidadas y quienes todavía tienen armada una grizapa por unas primarias, deberían poner su acento en el acompañamiento necesario al colectivo popular. Aferrarse al hecho impugnador, olvidando estas realidades, terminará colocando a quienes y a quien hasta ahora había despertado sentimientos de un liderazgo alternativo, en el impugnador impugnado. Aun así esto no evitaría que tarde o temprano, las grandes mayorías conseguirán su derrotero, a pesar de la dirigencia que actualmente los conduce.