Por Catón
Señora Lucena:
Fue impactante observarla en el momento en que, en su calidad de Presidenta del Consejo Nacional Electoral, comunicó Usted a Venezuela y al mundo los resultados de las elecciones presidenciales de su país, el domingo 14 de abril de 2013 a las once de la noche.
Cuando inició su intervención y dijo que con una transmisión del 99,12% y una participación relativa del 78,71%, el candidato Maduro había obtenido el 50,66% de los votos, es decir, 7.505.338, y el candidato Capriles 7.270.403, un 49,07%, recordé de inmediato algunas documentos sobre el lenguaje gestual que, muy seguramente, debió usted leer en sus estudios de sociología en la Universidad Central de Venezuela, en las áreas de psicología individual y social.
Un análisis paralingüístico de su pronunciamiento, en aplicación de la Kinésica (que es la disciplina que estudia el significado comunicativo de los movimientos corporales y de los gestos), me permitió de inmediato sospechar que el fraude electoral se estaba consumando.
La manera como usted se sentó en la silla, la forma como tomó el micrófono, las reiteraciones en su discurso, el continuo parpadeo y la mirada extraviada, las breves interrupciones al anunciar la votación de Maduro y el dato de Capriles, las dudas al comentar los parámetros del Consejo Nacional Electoral para salir a dar los resultados, su rictus generalizado de preocupación y temor y la sonrisa final con ese dejo de angustia me indicaron que Usted, muy en lo profundo de su alma, no se sintió cómoda con la mentira que estaba comunicando.
Además, las explicaciones no pedidas respecto de que el Consejo sólo se pronunciaba cuando los resultados eran irreversibles, las alusiones a la naturaleza pacífica de los venezolanos y sus recomendaciones para que los electores se recluyeran en sus casas y no celebraran, como en otras oportunidades que ganó el chavismo, confirman que los resultados fueron muy otros y que ustedes en las horas previas urdieron la burda patraña de común acuerdo y en cumplimiento de instrucciones de Cuba. Lo digo en plural porque los cinco rectores de ese ente colegiado hacen parte del chavismo; por demás, detentador hegemónico de todos los poderes en su país, incluido, obviamente, el electoral.
No fue necesario esperar a comprobar el atípico comportamiento del 0.88% de los votos restantes que posteriormente se escrutaron, que se distribuyeron en cerca del 70% para Maduro y el 30% para Capriles, lejos de las mitades casi exactas del conteo anterior, ni tampoco, el fallido compromiso del reconteo y la auditoría expresado y posteriormente embolatado por el Presidente reelecto y del vocero del mismo Consejo.
Tampoco tuve que conocer las evidencias presentadas luego por la oposición para demostrar el fraude, tales como que en algunos centros de votación Maduro sacó más votos que Chávez, llegando a superarlo en un 1000 %, o que pudieron votar o ser testigos electorales los muertos o el hecho de que en 564 centros de votación hubo voto asistido o que actas de escrutinio tuvieron votos en número superior al número de votantes habilitados o las detenciones de militares por que evitaron delitos electorales o por que se opusieron a cometer irregularidades o las tres mil denuncias recabadas y presentadas por los opositores el mismo día de la elección o los operativos posteriores para desaparecer el material electoral.
Si, señora Lucena, no fue necesario esperar a que se evidenciaran todas esas pruebas fundadas del fraude, ni a las otras que seguirán apareciendo, para tener la seguridad de que había ocurrido, y no lo fue porque Usted le falló al chavismo en su alocución; sus gestos, sus rictus, sus movimientos y sus actitudes la delataron, fueron en contravía de los resultados que usted dio, gritaron todo lo contrario.
Tal vez, en una interpretación extremadamente generosa, esta situación hable bien de Usted. Quiere decir que no estamos del todo ante una mentirosa profesional y que su conciencia, por encima de sus intenciones, intentó salir a flote y le reprochó la falsedad.
De ahí que, finalmente, sea pertinente darle un consejo gratuito: acójase a su conciencia, sea valiente y haga las paces con ella, cite a los venezolanos y dígales la verdad.