Por Infolatam
El descontento hacia el gobierno de Nicolás Maduro aumenta de forma alarmante dentro y fuera del país debido a sus errores políticos
A medida que pasan las semanas desde la asunción (no reconocida por la oposición democrática) de Nicolás Maduro como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, el descontento hacia su gobierno aumenta de forma alarmante dentro y fuera del país. Nacionalmente, esto se evidencia no sólo en un aumento considerable de protestas y manifestaciones públicas de diversos sectores económicos y sociales, sino también en los resultados de varios sondeos de opinión. Incluso, la más reciente encuesta de la reconocida empresa IVAD (Instituto Venezolano de Análisis de Datos) dio a conocer que, en el caso que se repitieran las elecciones presidenciales en el país, el opositor Henrique Capriles Radonski se impondría sobre Maduro con una intención de voto del 45,8%, es decir, mediante 5 puntos porcentuales de los obtenidos por el Presidente que sólo logró un 40,8%.
Esa encuesta, efectuada entre el 28 de abril y el 5 de mayo, aún no registra los tres sucesos que más impactaron a los venezolanos en las últimas semanas, y cuyo manejo por el gobierno no parece beneficiarle en lo absoluto. Me refiero específicamente a la difusión pública del audio de 50 minutos del miembro del partido oficialista, Mario Silvia, quien por años condujo el programa más influyente de la principal televisora del Estado, ¨La Hojilla¨; al cambio de línea editorial en la recién comprada televisora independiente Globovisión por empresarios allegados al gobierno; y al conjunto de visitas de la dirigencia opositora al exterior, en particular la de Capriles Radonski a Colombia donde fue recibido por el presidente Juan Manuel Santos y el Senado del país vecino.
Todos estos hechos han sido visiblemente mal manejados por el gobierno de Maduro. Sus reacciones destempladas y agresivas ante ellos han producido innecesarios malestares y cuestionamientos nacionales e internacionales
Las confidencias del revolucionario Mario Silva ante Artemis Palacio, funcionario en Venezuela del G2 cubano, el nefasto servicio de contrainteligencia del gobierno de Raúl Castro, no ha sido tratado con claridad por el gobierno y ello ha causado malestar inclusive entre simpatizantes chavistas. En un principio el propio Silva y algunos voceros oficialistas sostuvieron que se trataba de “un simple montaje de la oposición”, pero a medida que han pasado los días el silencio gubernamental y el cierre sin explicaciones del programa La Hojilla, han dejado en duda la hipótesis del montaje. El presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello, el mayor acusado en la grabación por casos de corrupción y conspiración en contra del actual gobierno de Maduro, no negó el audio; tan solo llegó a afirmar que el mismo ponía de manifiesto “la opinión” de Silva.
Esta falta de claridad y de rechazo contundente a la grabación presentada por un grupo de parlamentarios opositores, ha dejado gran malestar al tiempo que profundizado la percepción de que la gestión madurista se hunde en un rio de irregularidades, mentiras y divisiones entre sus filas. El audio puso peligrosamente en evidencia varios casos de corrupción en el gobierno y su partido, las politizadas relaciones que existen entre el gobierno y el Consejo Nacional Electoral, ente que se supone debe ser imparcial e independiente, y la apátrida alianza construida por el chavismo con el castro comunismo cubano.
El caso del cambio de línea editorial en la prácticamente única televisora que permitía la participación verdaderamente libre a la dirigencia y simpatizantes opositores, así como a todos aquellos –incluidos chavistas- que hicieran críticas al gobierno nacional, también produjo contrariedades. Dado que los nuevos propietarios del canal son allegados al gobierno, como lo denunció Henrique Capriles -hecho que se hizo visible con la reunión sostenida entre ellos y Nicolás Maduro en el Palacio de Miraflores-, el cambio de política editorial ha sido visto como una forma de censura periodística, como otro ataque a la libertad de expresión y prensa que el gobierno añade a la larga lista que mantiene en contra de los medios de comunicación privados.
La salida, aunque negociada, del programa que allí conducía el diputado opositor Ismael García y el más reciente despido del conocido periodista Francisco (Kiko) Bautista por negarse a acatar la nueva orden de los directivos del canal de no transmitir en vivo los actos públicos del gobernador Capriles, reforzó esa visión de censura y ataques gubernamentales, y el consecuente descontento público. Pero aún más malestar causaron las declaraciones del presidente Maduro quien en un tono insultante señaló que la “derecha opositora estaba autodestruyendo la televisora” a la que con los antiguos dueños recriminaba de “envenenar” a la opinión pública nacional.
Por último, han llovido las críticas y los disgustos sobre el gobierno por su insólita y agresiva actitud en torno a las visitas internacionales emprendidas por dirigentes y parlamentarios de la Unidad Democrática durante todo el mes de mayo para dar a conocer la situación política del país luego de la impugnación de las elecciones. En particular, fue repudiada nacional e internacionalmente la desproporcionada actitud asumida por el gobierno ante el más reciente viaje de Capriles Radonski a Bogotá, la cual ha puesto en jaque las buenas relaciones que hasta ahora habían mantenido los gobiernos de Venezuela y Colombia.
El hecho de que el presidente Juan Manuel Santos recibiera al ex candidato presidencial opositor en un encuentro privado y que además a Capriles se le permitiera hablar ante un grupo de senadores y en la Cámara de Representantes del país vecino, a lo cual tiene pleno derecho el ejecutivo y el parlamento de cualquier país, no ha debido generar las irresponsables acusaciones de “conspiración contra el gobierno bolivariano” por parte del presidente Nicolás Maduro, el canciller Elías Jaua y el Jefe del Parlamento Diosdado Cabello. Aún menos sus amenazas de perjudicar las relaciones binacionales. Unas amenazas, por cierto, que fueron más allá de la retórica al hacerse un llamado a consultas al representante venezolano, Roy Chaderton, en las negociaciones de paz que entre el gobierno y las guerrillas colombianas se llevan a cabo en La Habana.
Con esta conducta insólita, irresponsable, el ilegitimo gobierno de Maduro lo único que logra es afianzar su desprestigio, rechazo y aislamiento entre los venezolanos, los colombianos y el resto de los latinoamericanos.