ELIDES J. ROJAS L.
EUD: Siempre han estado por ahí. Con el finado comenzaron a llegar por oleadas. Entraban por la rampa 4 de Maiquetía con pasaporte venezolano, platica y sus pasajes para los viajes internos. Todo listo.
Llegaban también por el aeropuerto de Barquisimeto y por Maracay. Cubanos y cubanas. Miles. No eran 100 o 200. Eran miles. Venían, según la versión oficial, a realizar labores de intercambio como consecuencia de los acuerdos bilaterales.
Técnicos agrícolas, especialistas en materia deportiva, entrenadores, expertos en caña de azúcar y producción de azúcar, los médicos famosos por la pastillita azul.
Sospechosa la cosa, pero el gobierno la justificaba muy bien. Más adelante, con el finado más cubanizado y con Castro entre ceja y ceja, la cosa aumentó de nivel.
Ahora la invasión se fundamentaba en expertos en seguridad, militares, expertos en guisos de intermediación comercial, expertos en propaganda y manipulación, más médicos, especialistas en procesos y documentos de identificación, fabricantes de medicinas, policías, especialistas en materia eléctrica, técnicos petroleros, espías y sabios en inteligencia, registradores, notarios.
Ya la toma estaba completa. Hasta en los cuarteles. Hasta en Miraflores. Por eso el fallecido no dejaba de ir a Cuba con regularidad y más rápido cuando atravesaba algún problema, generalmente buscado por él mismo.
Los cubanos habían completado su invasión, dejados por los vende patria criollos, en menos de una década.
Lo que siempre habían intentado por la vía del plomo y la traición, ahora lo hicieron de la mano del extinto y su cúpula de adoctrinados. Regalaron el país.
Pero lo que siempre se temió del régimen cubano era otra cosa, no era que sus médicos fueran piratas o sus técnicos agrícolas fuesen más bien unos asesinos de mazorcas. No. Es importante, claro. Esa piratería histórica es la que tiene a esa isla, además de la bota de los Castro, aplastada por el hambre y la miseria.
Lo que realmente daba miedo es el carácter criminal, represivo, esclavista y torturador del régimen de los Castro, ahora con mucha influencia y hasta gobernando en Venezuela.
Una dictadura realmente criminal, perseguidora, manipuladora y que no come cuentos a la hora de presionar, apresar, castigar y hasta asesinar a quienes adversen a los viejitos criminales, los Castro. Y el temor no era infundado.
Ya los cubanos han usado antes sus tenazas en tierra de Bolívar. Varios muertos tienen encima. Varios venezolanos han dejado el país por influencia de la persecución cubana.
Y en estos días, después que Maduro botó el capital de votos de que le dejó el líder muerto, vuelven al ataque para preservar a sus representantes en el poder, seguir mandando desde la isla y continuar el saqueo vividor que les ha permitido sobrevivir desde hace 54 años. Vemos dónde aprietan los cubanos por estos días.
Hordas armadas, malandros en motos y grupos de delincuentes actúan frontalmente en plenas calles contra la gente que protesta o cacerolea.
Atacan periódicos en Los Teques y amenazan con quemarlos con periodistas adentro y todo.
Uno de los jefes del clan impide ejercer el derecho de palabra a otros parlamentarios por su protesta ante la rara elección de Maduro. Agreden en pleno Hemiciclo al diputado William Dávila hasta casi hacerle perder un ojo.
Maduro acusa a Capriles de ser un asesino por las muertes que se produjeron durante las protestas pero olvida que en su propia marcha de cierre de campaña en Caracas dejó seis colegas socialistas tirados sin vida en las calles de la capital.
Gobierno reúne a empresarios e industriales y les exige lealtad si quieren seguir trabajando en el país. Chantaje puro. Empresas del Estado como Corpoelec, corporaciones del interior, Pdvsa, Sidor, empresas de Guayana anuncian y comienzan a ejecutar despidos por la sola sospecha de que el empleado haya votado por Capriles.
Reaparece la lista Tascón, la muestra más desgraciada del fascismo de este gobierno cubanizado. Fuertes presiones reciben los comerciantes de Caracas.
En el estado Vargas despiden a 47 empleados por causas relacionadas a su militancia política y expresión de voluntad.
El espionaje y grabación de figuras de la oposición aprovecha la impunidad que otorgan los poderes públicos dominados por los cubanos para hacer lo que quieran contra la disidencia.
Lo peor del tufo cubano por todas partes.