El suicidio de Mario Silva

Por Manuel Malaver

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El que se solazó durante años trasmitiendo por el canal de todos los venezolanos grabaciones y videos ilegales donde dirigentes de la oposición conversaban sobre tópicos neutros y hasta intrascendentes, el todopoderoso y temible conductor del programa “La Hojilla”, Mario Silva, terminó siendo víctima de su propia medicina y grabado y radiodifundido durante hora y media en una cinta en la cual deja para la historia el primer tratado de la podredumbre en que se hunde el gobierno postchavista.

Suicidio en cuya trama no participó uno solo de sus archienemigos de la MUD o del Comando Simón Bolívar, sino uno de sus “amigos” del G-2 cubano en Caracas, Aramis Palacios, sin duda que para actualizar a sus jefes Fidel y Raúl Castro sobre los últimos sucesos, pero también para tratar de acorralar al que aparece en la grabación como la bestia negra del madurismo y la revolución: Diosdado Cabello.

Enfrentamiento que es tan viejo como la declaración de Hugo Chávez nombrando sucesor a Maduro en la noche del 8 de diciembre del año pasado y que encontró a Mario Silva de parte de Maduro y a Cabello apoyando (y apoyado) por el generalato del Ejército que no quería que la herencia del comandante-presidente saliera de sus manos.

Muchas aguas han corrido bajo los puentes desde entonces. Chávez ya está muerto, Maduro es presidente electo, bajo la impugnación de la oposición, y Cabello se ha replegado a la presidencia de la Asamblea Nacional para boicotear a Maduro.

Y Mario Silva -jugando siempre a ganador- se ha prestado a tener una conversación crítica del cabellismo -sin duda que para complacer a los cubanos-, pero sin darse cuenta que apenas es el conductor de un programa de televisión con un poder prestado que le será arrebatado cuando Maduro y Cabello convengan que “se le pasó mano”.

En síntesis: un auténtico suicidio en primavera.