Pensaba escribir de asuntos relacionados con mi huelga de hambre, de los respaldos de la Sociedad Interamericana de Prensa, la AIR, la Relatoría para la Libertad de Prensa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Reporteros sin Fronteras y la Iglesia. Pero el espectáculo de esta semana, protagonizado por aquellos que deberían gobernar Venezuela en lugar de ser los payasos de una tragicomedia nacional que entrega por capítulos lo peor de su función, he decidido cambiar el tema.
El señor Presidente del 1,8 % (según el CNE), esta semana babeó el anillo papal mientras en Venezuela, desde que es Presidente electo con el 1,8 %, no ha buscado la primera cita con el Cardenal Jorge Urosa Sabino. Por el contrario, Nicolás Maduro ha permitido que una rata del periodismo, como Nolia, que recuerda a aquel personaje nacido en medio de una gusanera, del libro El Perfume, del alemán Patrick Süskind arremeta contra el prelado de la Iglesia.
Urosa Sabino no es precisamente un consentido de la oposición porque no ha sido ni es manipulable, por su propia naturaleza. Urosa tiene clara su posición de Pastor de la Iglesia, que anuncia y denuncia los abusos del poder, pero que no sirve a los intereses políticos sino a los inermes, tal cual rezaron los obispos en Puebla. La opción por los pobres no es exclusiva ni excluyente, pero sí prioritaria.
Yo me atrevo a decir que el Cardenal Urosa es un Obispo auténtico, comprometido con los que no tienen voz, y esa posición es incómoda para quienes en la oposición quisieran tenerlo como un vocero de la MUD, y también para el Gobierno, que aspiraría tenerlo como al Padre Vidal, una de esas baratijas en los mercados que se van con el mejor postor.
Maduro comete el error, propio de quien no tiene sino aserrín en la cabeza, de besarle la mano al Papa mientras lanza dardos desde las cloacas de propaganda del régimen contra el Jefe de la Iglesia en Venezuela. También suma el error de buscar conspiraciones en la Iglesia, en los partidos, en los medios, mientras tiene alacranes en su cama, esperando que se duerma para darle el pinchazo.
Hablemos claro. Es verdad que en Venezuela se cocina un golpe, pero del chavismo contra Maduro. Así queda patentado en el audio de Ruperti, desesperado y a las órdenes del régimen, buscando generales “tapados”, o en ese canto de reggaetón que fue la grabación del ex drogo del canal 8.
El chavismo se agotó, y ahora la burguesía nueva, la roja, busca comerse las migajas de un banquete que se acabó. Comen las sobras que caen al suelo. Todos saben que quien podía ser Presidente poderoso ya no podrá, bien por idiota o por buena gente, pero de Diosdado Cabello ya no queda sino la leyenda. Perdió los medios aliados, los banqueros, el respeto y el peso en el culo. Esa es la verdad. Del resto el chavismo se hunde, navegando en medio del estiércol de delincuentes a los que deben recibir en Miraflores, en medio de agasajos, para después cantar “Patria querida” en el Panteón Nacional.
La mayor parte de ellos vivía de la renta de Chávez, de su imagen, de su legado. Por pereza o frivolidad, se dejaron arropar por Chávez, pero este murió y con él todo lo que representaba. Así chillen en público por lo que aquí escribo, cuando cierran los ojos, saben que esta es una verdad del tamaño de la Catedral de Caracas. Asómese usted en una conversa de cuatro locos o tres borrachos y ya estos ni hablan del Presidente Chávez. Se murió hace tres meses y parece que fueran 10 años.
El periodista Meléndez, de Noticiero Digital, me preguntó hace días si Maduro ya había arreglado su problema de legitimidad, habida cuenta que Su Santidad Francisco lo había recibido. Me sonreí y le contesté: “Yo pienso que el Papa también da la extremaunción a la gente que se está muriendo”.
Bueno, feliz domingo.