Por Charito Rojas
“Cuando una nación pierde su coraje moral, comienza a deambular por la historia con paso de náufrago”. José Piñera (1948-) economista, creador del sistema privado de pensiones chileno basado en la capitalización individual.
El reciente descalabro electoral de la oposición en las elecciones presidenciales lleva a muchos a tomar posiciones radicales (sí, más aún) de por ejemplo, dejarse llevar por el abstencionismo, por la indiferencia, por la furia ultraderechista. Éstas pueden ser actitudes momentáneas que el tiempo y la razón dominarán. Pero hay otra conducta que es realmente asquerosa: opositores haciendo oposición desde adentro a los candidatos de la oposición a las gobernaciones.
Es el caso concreto de lo que está sucediendo en Carabobo y que puede desembocar en la pérdida de la Gobernación. He escuchado a dirigentes de la oposición, a militantes fervientes del antichavismo, a votantes de la democracia, decir que no van a ir a votar el 16 de diciembre. Muchos alegan que no confían en el sistema electoral, otros que no van a votar más nunca mientras esté Chávez en el poder. Pero lo que realmente indigna es ver a prominentes figuras de la oposición decir que no van a votar por Salas, porque ya tienen mucho tiempo en la Gobernación.
Incluso algunos mercaderes de la política han iniciado contactos con el chavismo regional para preservar sus contratos o ponerse a la orden a futuro. Uno, hasta tuvo el descaro de decirme “Es que Pancho es de aquí, yo lo conozco, es de los nuestros”. Se refería a Francisco Ameliach, golpista del 92, traidor a su uniforme y a su país, leal a Chávez, diputado por Carabobo que ni siquiera cuando estuvo en la directiva de la Asamblea Nacional asistía a las sesiones porque sus funciones son de adoctrinamiento. Y los negocios del poder, por supuesto.