Embajador J. Eduardo Ponce Vivanco
Columnista invitado
Consciente de que las decisiones de Unasur se toman por unanimidad, el Canciller se lanzó un salvavidas para evitar la censura parlamentaria. Su iniciativa de promover otra declaración de la Unasur, reiterando la invocación al diálogo y la tolerancia en Venezuela, incluida en la Declaración de Lima aprobada por Maduro, ha sido suficiente para desatar su paranoia prepotente y su inseguridad en el cargo. Exhibiendo finos modales, llamó en consulta a su embajador, exigió disculpas y ofreció “meternos” una nota de protesta. Luego, olvidó todo después de que el embajador llamado habló con el presidente Humala.
Caracas ofendió al Gobierno a pesar de sus esforzados servicios desde la Presidencia de la Unasur. Castigo divino al que confraterniza con déspotas que ni siquiera entienden las formas que caracterizan el trato entre Estados civilizados. Es lamentable que Sudamérica no solo haya sido infestada por el estilo grosero del difunto Chávez, sino por sus tropelías autoritarias y las constituciones “refundacionales”” con que ha popularizado las reelecciones (auténticas o conyugales).
La Unasur ha sido el mecanismo privilegiado por ALBA y Mercosur para que nuestras naciones incumplan las obligaciones internacionales que contrajeron en la Carta de la OEA y la Carta Democrática Interamericana firmada en Lima. read more