¿Aquí hay Patria?

Estoy harta, no de las complicidades internacionales, sino de la pasividad

ELEONORA BRUZUAL |  EL UNIVERSAL

solo así interesan a los exchavistas
Viendo este pasado lunes el vergonzoso desfile montado bajo factura cubana, revolviendo malandros chavistas en moto, milicias y una mojiganga que llaman Fuerza Armada, me convenzo que aquí no hay Patria…

Y esto lo sumo al impacto que me causó Jaua Miranda -como le gusta que lo llamen- asegurando que quien reclama por el papel toilette no quiere a Venezuela… Y deduzco pues que si queremos no despertar su ira y su ordinariez, nos resignemos a ostentar el rabo sucio en un mamotreto que los cubanos, los amos de esta banda, quieren que llamemos Patria y la celebremos.

Y el elegido en La Habana, el ilegítimo santificado volvió por enésima vez a calificar a todo el que lo adverse, de “apátrida”. El que recibe órdenes de los tiranos Castro y fue y es cómplice del plan de Chávez de destruir nuestra soberanía para hacernos una provincia de la Cuba castrista, el que sigue regalando petróleo, triangulando importaciones para que esos chulos insaciables sigan saqueando nuestras arcas, tiene el soberano descaro de asegurar frente a una caterva de militares despreciables que los demócratas de nuestro país, los que deseamos devolverle la independencia y la dignidad, lo que buscamos es “entregar las riquezas de Venezuela al imperio norteamericano”.

Y, por supuesto, un generalote de nombre Carlos Leal Tellerías con su rimbombante mote de jefe de la “41 Brigada Blindada del Ejército Punta de Lanza del Ejército venezolano y líder de la Zona Operativa de Defensa Integrada (ZODI)”, obsecuente, ganando prebendas y demostrándome que estoy en lo cierto cuando digo que los patriotas valientes de este país murieron en Carabobo.

Y frente a esos abyectos que pretenden llamarse “Herederos” de nuestro Ejército Libertador, la marioneta de los Castro repitió el guión Made in Cuba. Confieso, pues, que estoy harta, no de las complicidades internacionales, sino de la pasividad que nos lleva hasta aceptar que Patria es comparable a un rollo de papel higiénico.