Por Pedro Eduardo Leal – 6to Poder
El recién celebrado proceso electoral en el que resultó reelecto Hugo Chávez como Presidente, parece no haber concluido con su proclamación como ganador. Mientras que quienes se alzaron con el triunfo aún celebran la “victoria perfecta”, hay quienes se encuentran en un estado de “depresión” por los resultados adversos, y otros insisten en denunciar las irregularidades del proceso. Diego Arria Salicetti, uno de los personajes más polémicos de la contienda electoral, ex precandidato de las primarias realizadas por la Mesa de la Unidad Democrática, en lugar de lamentarse por lo no alcanzado, forma parte de los que no meten las manos al fuego por la transparencia del ente comicial.
En otras entrevistas realizadas por 6to Poder al ex gobernador de Caracas y hombre de confianza del ex presidente Pérez, se puede evidenciar que fue uno de los pocos que avizoraba la “crónica de una muerte anunciada”. El doctor Arria jamás dudó en poner el nombre que cada cosa merecía, y por eso hoy habla de un fraude que se realizó en cámara lenta por parte de lo que ha llegado a calificar el Ministerio Electoral de Hugo Chávez, entiéndase, el ente comicial.
En el libro que publicó luego de la experiencia de haberse medido con otros líderes de las fuerzas adversas al sistema socialista implantado por el actual Gobierno, adelantó algo de esto, y durante la campaña fue reiterativo en el tema de que el silencio ante el CNE nos hundiría, como hoy confiesa que en efecto sucedió.
A quien tildaron de radical por alertar que lo que estaba en juego era la República y no un simple cambio de Gobierno, hoy cuestiona lo que su juicio fue el prematuro reconocimiento del abanderado de la unidad de los resultados electorales, sin conocer a ciencia cierta lo que efectivamente sucedió en el proceso electoral, para terminar arrojando esos resultados adversos a su propuesta.
Lo elemental en este momento, y lo dice con conocimiento de causa, por haber sido excluido por completo de la campaña opositora, es convocar una comisión de la verdad con la cual se explique al país lo que efectivamente sucedió con las actas. “Sólo de esta forma podrán recuperar la confianza del electorado”, acota el diplomático.
A pesar de todo esto, el otrora representante de Venezuela ante el Consejo de Seguridad de la ONU no llama a la abstención, considera que serán mucho mejores los resultados para los aspirantes a gobernador de la “coalición de partidos políticos”, porque no se trata de que el portaviones de Chávez impulse a unos paracaidistas impuestos a dedo. En este sentido, Arria recuerda que los portaviones siempre se hunden cuando les disparan apuntando a la línea de flotación.
Durante la campaña hizo observaciones que muchos tildaron de radicales. ¿Qué balance hace, cuando hoy podría decir “no digan que no se los dije”?
Que CNE limite a uno de los grupos políticos que se miden, con acciones como cambiar circuitos electorales a su antojo, implantar máquinas capta huellas sin ninguna función más que intimidar, que se hagan los ciegos ante el peculado de uso de recursos del Estado para la propaganda electoral, son claras muestras de un fraude, así haya quienes insistan en no llamarlo por su nombre. Es inentendible que siga existiendo un temor reverencial ante el Estado. El hecho de que cohabitemos con el régimen porque algunos gobernadores y alcaldes cuyas gestiones dependen de los recursos que reciben del Estado, y por eso tienen temor de expresar sus opiniones, con lo que progresivamente nos hemos ido volviendo una sociedad sumisa y condicionada a lo que el régimen impone. Durante toda la campaña sostuve que el silencio ante el CNE nos iba a hundir, como en efecto nos hundió.
¿Fue tanto el triunfalismo prematuro de la oposición que no pudo darse cuenta de lo que usted ha denominado “fraude en cámara lenta”?
Evidentemente, en el triunfalismo caímos todos, porque en principio la campaña estaba más enfocada en salir de Chávez que en mostrar un proyecto de país, en lugar de enfocarnos en hacer presidente a un hombre para cambiar la República, factor determinante en esta campaña. Tengo la impresión de que dominó más el sentimiento de salir de Chávez.
Fui de los que insistió en que el sueño, más allá de salir de la pesadilla que significa Hugo Chávez, era venderle al país un nuevo horizonte, todo lo que podíamos hacer para cambiar a Venezuela. Por esto cuestioné que la campaña para las elecciones primarias se tornara más como una campaña de alcaldes y de gobernadores que de alguien que pretendía gobernar a Venezuela, fui reiterativo en que eso nos haría mucho daño, lo que estaba en juego era la República, refundar el país, lo que está muy por encima de reparar huecos, de construir casas; no era un simple problema de conserjería. Chávez tenía un proyecto político, mientras que nosotros insistíamos en presentar más un proyecto de obras públicas que otra cosa. Esto, al final, nos perjudicó.
¿Hizo falta entonces señalar al responsable de los problemas? ¿Faltó confrontar al Presidente?
La gente interpreta que confrontación es pelear, es reñirse, y no, es mucho más que eso, se trata de ofrecer otras ideas. El planteamiento del documento de la MUD, el cual yo no firmé, buscaba preservar un modelo político y convivir con este régimen, algo imposible. Entonces, quien se oponía a esto lo pretendieron hacer ver como radical, cuando simplemente se trataba de ser realista.
El proyecto nuestro era simplemente poco mejor que el del sector oficial, quizás más eficiente pero no distinto, se subestimó mucho a los venezolanos ofreciéndoles solucionar el problema de viviendas, o las fallas eléctricas, en lugar de venderles otras alternativas para mejorar realmente su calidad de vida con otro modelo de país.
Un gran problema que existe en el país es que muchos de los políticos nuestros, no todos, se han convertido en seguidores de sus seguidores, es decir, sólo se preocupen por solucionar las aspiraciones básicas y se olvidan de ellos hasta que es de nuevo tiempo de elecciones. Esto ha hecho que la sociedad venezolana no tenga aspiraciones superiores, como deberían tenerla en un país potencialmente rico como el nuestro.
Mientras Chávez hablaba de salvar el planeta, cosa que daba risa conociendo la realidad de los venezolanos, Henrique Capriles insistía en la Ley de Misiones, lo que critiqué porque no era más que presentar otro proyecto populista, insignificante para lo que verdaderamente hubiésemos podido ofrecer a los venezolano, en lugar de seguir maniatando a los ciudadanos con lo mismo que hoy tienen.
Desde la Mesa de la Unidad han pedido a quienes hagan señalamientos de este tipo, “montar tienda aparte”…
Yo nunca fui parte de la Mesa de la Unidad, nunca me invitaron a formar parte de esta coalición de partidos. Para que habláramos de verdadera unidad hacía falta incorporar a universidades, sindicatos, gremios, fuerzas religiosas, los intelectuales y demás miembros de la sociedad civil; una verdadera alianza nacional. Yo, por ejemplo, nunca hablé con Henrique Capriles durante la campaña.
Algunos análisis postelectorales parecen indicar que lo que sucedió fue que la propuesta de la alternativa democrática no llegó a las clases populares. ¿Qué opina al respecto?
Como no fui parte del Comando de campaña, no puedo decir ahora a qué sectores llegaron o no, ni qué técnicas se utilizaron para tal fin, pero sin duda esa era la audiencia, ese 80% de los venezolanos.
Lo que sí es cierto, es que ante grandes crisis, como esta, lo primero que debe hacerse es crear una comisión de la verdad, un grupo que aclare realmente lo que sucedió, es sencillo, sumar a los grupos de profesionales que se encargaron de todo el ámbito electoral por parte del Comando Venezuela, técnicos de Súmate, Esdata, Voto Joven, Sin Mordaza, y otras organizaciones. De esta forma, un sector importante de quienes aspiran tener otro país volvería a tener la confianza necesaria. Tan sencillo como explicar qué pasó con las actas, si efectivamente fue poco lo que se logró totalizar, hablarle con la verdad al país es elemental en estos momentos.
Así como es fundamental no llamar a la abstención, no podemos ir al matadero cantando. Exigencias obvias deben hacerse para que el índice de participación pueda ayudarnos. La única manera de lograr eso es reconociendo ante el país en qué nos equivocamos y qué salió bien para mejorarlo en la próxima elección.
¿Ante los cuestionamientos que hace del Poder Electoral, está de acuerdo con el rápido reconocimiento de los resultados electorales por parte de Henrique Capriles?
A mí me impresionó que de forma prematura Capriles dijera clarito: “No hubo fraude”, tal señalamiento era imposible hacerse sin conocer realmente lo que había acontecido. En el 2006, cuando Manuel Rosales se enfrentó a Hugo Chávez, no corrieron, sino que volaron a reconocer los resultados, aquí se hizo lo mismo, así le facilitamos mucho más las cosas a un Gobierno que jamás se ha visto en la necesidad de salir a defender su sistema electoral, la oposición solita lo ha hecho. Por mi parte no estoy dispuesto a quemarme las manos por el CNE. ¿Cuál era el problema de decirle al país que se revisarían los resultados?
Cuando a Capriles lo hicieron candidato, la candidatura dejó de pertenecerle para ser de todos los venezolanos, por lo que todos teníamos derecho a opinar. Por esto, cuando los resultados no le favorecieron, salió y expresó “perdí, fui yo”. No es así realmente. Una cosa es que haya aceptado el escrutinio del proceso y otra que él pueda explicar a los venezolanos lo que sucedió realmente. Ese es el compromiso que se puede esperar de alguien a quien le diste tu aval para liderar un proceso.
¿Qué opinión le merece el llamado de diálogo que hizo el presidente Chávez, luego de ganar las elecciones?
Las muestras que ha dado el Ejecutivo no son precisamente de diálogo, la primera de estas fue la respuesta por parte de la Asamblea Nacional a la solicitud de amnistía: “amnistía aquí, ni hablar”. Lo segunda fue cuando el presidente anunció, “ahí viene Loyo, oligarcas temblad”. Son dos mensajes clarísimos.
¿Cuál es la prioridad, de cara a los venideros procesos electorales?
La mayoría se olvida que tenemos elecciones de gobernadores, porque Carlos Andrés Pérez, en la cuarta república, descentralizó la política, de lo contrario el mapa sería “rojo, rojito”, incluso no existirían partidos como Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, y otros regionales no existirían.
Considero que será más fácil ganar este proceso, porque conocer los problemas específicos de localidades ayuda mucho a los candidatos, no es tan fácil como imponer el porta aviones de Chávez; los portaviones se hunden cuando le disparas desde en la línea de flotación. Eso sí, estamos en la obligación de revisar quiénes serán nuestros candidatos, quizás para las elecciones regionales sea tarde, pero para el proceso electoral previsto para abril es necesario. Un claro ejemplo de esto es Caracas, donde resultaron beneficiados por la fuerza de un partido específico un grupo de candidatos, que hoy no pudiesen tener la misma fuerza luego de los resultados electorales. ¿Cómo se le va a pedir a los caraqueños que voten por un dirigente cuando su partido no sacó ni cinco mil votos?
¿No cree en la premisa de que la oposición creció más que el Gobierno, de acuerdo a los resultados de las dos últimas elecciones presidenciales?
No hay nada peor que auto engañarse. Nosotros decimos que hemos crecido dos millones de votos y no es cierto. Nosotros le entregamos a Rosales un aproximado de cuatro millones votos, caudal que se convirtió en cuatro millones 200 mil votos, aumentando poco, pero aumentando el índice de votos. Capriles, contaba con cinco millones 850 mil votos, 52% obtenido en las elecciones legislativas, y lo aumentó a seis millones 500 mil votos. A pesar de que aumentó un aproximado de 500 mil votos, redujo del 52 a 45% el margen de la oposición, esa es la realidad.
Con estos números es imposible decir que aumentamos, así como es imposible decir que en democracia se gana o se pierde, ¿De qué democracia estamos hablando?, ese escenario se puede plantear en Suiza o en Alemania, no en Venezuela. Fue precisamente esa diversidad que le atribuyen a los sistemas democráticos lo que nos debilitó, y esperemos que ahora entre los partidos no haya pase de facturas entre ellos, porque en definitiva los más afectados serán los venezolanos.
A propósito de ello, ¿qué opina de la diferencia de votos entre la tarjeta de la MUD y el resto de las toldas políticas que prefirieron presentar sus símbolos partidistas?
En mi libro lo dije, era una necesidad tener una sola tarjeta que nos permitiera llegar al 7 de octubre más unidos. Que haya sacado más votos la MUD que incluso Primero Justicia, partido del candidato Henrique Capriles, es un claro mensaje al país de lo que los venezolanos querían. También que no se haya logrado el acuerdo era dejar ver que estaban juntos pero no revueltos; el espíritu triunfalista los hizo pensar más en la necesidad de tener más votos para reclamar luego mayores cuotas de poder una vez que ganara Henrique Capriles. Fueron los apetitos institucionales de los partidos Primero Justicia, Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo, que dominaron en estas decisiones, y finalmente la tarjeta de la Unidad, sin recursos, sacó un voto superior.