Por Jose Urriola
Yo venía esta semana a escribir sobre Cortázar, de los últimos días de Cortázar en París, de sus amigos, su exesposa Aurora Bernárdez, de las cosas insólitas que nos contaron hace más de una década durante la producción de un documental sobre el París de Julio Cortázar. Pero no puedo, no me sale, siento que sería absolutamente desatinado hacerlo en este preciso instante. La culpa es de la realidad que se empeña en estallarle a uno en la cara todos los días y varias veces al día; digamos que no puedo hablar hoy de Cortázar porque desde hace días tengo una imagen que no se me sale de la mente: la de la nariz de la diputada María Corina Machado.
Pienso en esa imagen de María Corina Machado después de la salvaje golpiza de la que fue víctima por parte de otros diputados de la bancada oficialista de la Asamblea Nacional y la palabra indignación se me queda corta. Demasiado corta. Sus ojos llorosos, el rostro amoreteado e hinchado, el tabique nasal fracturado en varias partes. Es una imagen profundamente dolorosa, de una violencia espeluznante, estremecedora en la más infeliz acepción del término.
read more