Por ALONSO MOLEIRO

Después de haber concretado una hazaña electoral que nadie tenía prevista, y de obtenido una resonante victoria política durante el pasado mes de abril, la Unidad Democrática ha entrado de nuevo en uno de sus habituales extravíos cognitivos. Uno de esos inexplicables baches funcionales que secuestran a sus mandos mientras el deterioro nacional sigue su proceso de cocción.
Mientras la MUD permanece “colgada”, emitiendo declaraciones eventuales y formalizando denuncias ocasionales, una parte de sus graderías acusa los efectos de una comprensible, aunque completamente remontable, dosis de frustración. Es en circunstancias como estas cuando se hace más necesario que nunca dialogar con las masas: explicar el tenor de las decisiones tomadas; diagramar un cronograma que incluya el corto, el mediano y el largo plazo; hacerle entender a la gente la importancia capital que revisten las venideras elecciones de alcaldes, pero sobre todo, las ya cercanas y cardinales elecciones parlamentarias.
Muy especialmente porque es necesario tener claro que, aunque se han alcanzado cotas de fortaleza jamás vistas, y la ausencia de Hugo Chávez coloca al oficialismo en una posición especialmente vulnerable, la tarea para concretar el cambio democrático aún no está hecha. Sigue siendo Venezuela una nación postrada en un delicado equilibrio entre dos fuerzas de tamaño casi similar. Dicho de otra forma: con la precaria ventaja que en este momento podemos concederle a las fuerzas de la Unidad no es posible materializar cambios políticos de ninguna especie, y mucho menos gobernar con solvencia una nación asaltada por problemas tan delicados. read more








