Por Jesús Sánchez-Cañete – USA Hispanic, Washington DC
Seguramente ayer durmió tranquilo Nicolás Maduro. Quién sabe si por primera vez desde que murió Chávez. Más que nunca el presidente de Venezuela logró lo que andaba buscando en los últimos meses: empezar a parecerse a su difunto Comandante.
Maduro, uno de los políticos más nefastos que ha tenido Venezuela y América Latina a lo largo de su historia, se ha convertido en tiempo record en claro ejemplo de inmadurez política y de cómo no hay que gobernar. En tan sólo cuatro meses ha arrojado por la borda el enorme capital político que había logrado su sucesor, el loco de Chávez.
Su torpeza le había hecho perder la ventaja electoral con la que partía en los comicios del 14 de abril, hasta el extremo de pasar a liderar un gobierno supuestamente ganado por un puñado de votos. De la noche a la mañana, Maduro pasó a presidir un gobierno cuestionado por las urnas y sin legitimidad política. Y posiblemente sin legitimidad democrática tampoco, pues a estas alturas a nadie le queda duda de que las últimas elecciones en Venezuela serán recordadas como uno de los mayores ejemplos de manipulación electoral de la historia reciente. read more