Habla un preso de Uribana: “Hay más de 100 muertos en Uribana”

Por Ana Karolina Mendoza / web@laverdad.com

requisa3La Verdad conversó con El “Gordo”, un preso que sobrevivió al motín del viernes. Detalló cómo inició el enfrentamiento entre reos y funcionarios en una requisa corporal. Están sin agua ni luz

En 11 minutos y 54 segundos narró a La Verdad la situación que vive junto con otros dos mil compañeros desde el viernes en la mañana. No reveló su identidad, solo indicó su apodo: el “Gordo”. Tiene dos años y medio preso en el Centro Penitenciario de la Región Centroccidental y fue uno de los sobrevivientes de la “masacre de Uribana”.

“La situación acá es tensa. Nos quieren sacar, trasladar. Nos cortaron el agua y la luz. Afuera están los guardias con los autobuses prendidos. Esto es muy fuerte”. Sus familiares están a unos 200 metros de Uribana, al ras de la cinta amarilla y con una docena de vestidos de verde, con fusiles en mano, pisándoles la sombra.

El “Gordo” y los otros presos están “atrincherados” en los sectores (áreas) de Mínima, Media, Máxima, Observación y en la Pista, donde están aglomerados los internos que profesan las diferentes corrientes protestantes del cristianismo. “No podemos salir. Si nos asomamos los guardias nos caen a tiros desde las garitas”.

La requisa

Los uniformados de la Guardia Nacional ingresaron en el recinto el viernes a las 9 de la mañana. Media hora después, al menos 2.200 internos estaban desnudos, acostados boca abajo en el engramado del estadio de fútbol del penal. Les hicieron la revisión corporal que antecedería a la requisa del penal. Pero no, fue el preámbulo de una “masacre”, como lo calificó la fuente.

“Nos golpearon y dispararon al aire. Cuando tratábamos de levantarnos o les gritábamos que dejaran de hacer tiros nos daban cachazos y patadas. De pronto comenzaron a dispararnos a nosotros. Ahí comenzó la sangre. Fue como una hora de plomo y bombas. Lanzaron como 50 granadas… Quizás exagere, pero es que fueron muchas las detonaciones. El humo nos asfixiaba”.

A los muertos los colocaron uno encima de otro en el piso de la pista. A las 11 de la mañana comenzaron a sacarlos y los llevaron junto con los heridos al Hospital Central Antonio María Pineda y al Hospital Militar. “Allá están apoyándose nuestras madres, hermanas y mujeres. Somos una familia de presos que se apoya”.

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