Por CLAUDIO NAZOA
¡Hermanazo del alma! Que emoción me embarga. Ni yo habría podido haberlo hecho mejor. En estos días estuve conversando con mi amigo Fidel y, de manera muy divertida, me contó las vainas tuyas ¡Yo sí me pude reír!, en esa inesperada reunión, felicité al viejo por el acertado fusilamiento de los jóvenes cubanos que quisieron escapar de aquel infierno. ¡Dígame eso! Intentar escapar de las cálidas brasas del infierno que son tan chéveres… Nunca entenderé a los seres humanos. A propósito, ¿te fijaste lo bien que le quedó la condena a los periodistas e intelectuales que irreverentemente dijeron que había que suavizar el infierno? ¡Qué blasfemia! ¡Qué sacrilegio! Es muy importante evitar que intelectuales y artistas salgan diciendo por ahí que la revolución no es tan buena… Una cosa es que la gente sienta que no es buena y otra que se dé cuenta.
A propósito hermanazo, lamento mucho lo que le pasó al pana Hussein, lo peor es que con él hice un mal negocio; figúrate que salí de pendejo a comprarle el alma en la época en que realizaba sus más perversas atrocidades, como quien dice, en su mejor momento. ¡Tremendo paquete chileno el que me llevé a casa! Yo pensaba que el carajo se iba a inmolar, que pelearía hasta el final, que si lo agarraban era en medio del plomo parejo o que en última instancia se suicidaría como el alemán porque para eso también hay que tener valor; incluso pensé que se echaría al pico a más de un soldado gringo, pero qué va. Lo encontraron allí, nervioso, escondido en una ratonera indigna. En verdad me apenó ver cómo le abría su bocota a un soldado norteamericano.
Te voy a decir algo, pero no te vayas a endiosar: aquí abajo todos estamos de acuerdo con que tu revolución es realmente bonita y eso lo hemos discutido en diversas oportunidades con los integrantes de la nómina de malucos, que desde hace años conviven conmigo. Por eso me río cuando leo a algunos periodistas franceses, cuando escucho a las Madres de la Plaza de Mayo o a ciertos intelectuales, bien viajados y bien comidos, que con dinero, lujo y pasaporte defienden desinteresadamente la revolución cubana y la cosa esa inexplicable que tú tienes en Venezuela. Y es que toda revolución es bella desde lejos, malo es que uno tenga que vivir obligado en ella. Es por eso, hermanazo del alma, que te felicito. Tienes a casi todo el pueblo venezolano vendiendo Cocossete y haciendo maromas en semáforos y peajes de autopistas.
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